jueves, 28 de febrero de 2008

Touché UdeSA

Me contaba una amiga con un cargo en el área de Recursos Humanos en un banco nominalmente nacional, que el prejuicio contra los egresados de la Universidad de San Andrés a la hora de cubrir vacantes existe en su empresa, y amenaza ser una moneda corriente del microcentro. Cita casos. Dice ella, y según ella también sus colegas, que los graduados de la UdeSA son como pichoncitos incapaces de resolver los problemas de la real realidad. Niños. Me propone que imagine a un graduado de la San Andrés frente a una horda de clientes atrapados en el corralito. Soy contrario a las generalizaciones y le digo: "bueno, imagino que habrá gente y gente". "No -sentencia con dramatismo-, yo conozco mi trabajo. No sirven". Igual, creo que exageró un poco, pero no importa: mi amiga es un Agente Representativo y si ella lo piensa y lo comparte, eso es o puede ser real.

La imagen nació mal. Todas las universidades tienen nacimiento glorioso. La UBA, fundada antes que el país y refundada por la Reforma del 18, es la academia argentina y se atribuye a si misma la movilidad social argentina, nada menos. La Di Tella, si querés, surge de un instituto de vanguardia académica. La UADE, UB, Morón y todas esas privadas, la Católica inclusive, se presentaron como la contracara funcional y expendedora de diplomas del desborde poblacional de la UBA. Son como uvitas. Pero UdeSA es como que no cierra. Insólito: es la extensión de un colegio bilingue para ricos. En la Argentina del country, sin mejor proyecto que ese, construyeron un cuarto sobre la terraza para demorar la salida de los niños al mundo.

Es un caso raro pero finalmente tiene un primer producto para mosrar a la opinión: Martincito Lousteau. Pero como si lo hiciera a propósito, parece que se esfuerza en confirmar todos los prejuicios de mi Agente Representativo.

No me gusta el Ambito, pero vean esta cita de las Charlas de Quincho del lunes 25, donde cuentan sobre un casamiento de una tal "Dolores O'Reilly" en Pilar:

"Scioli se quedó hasta el final -una muestra de su aprecio por la colaboradora-, sólo de reojo se cruzó con Lousteau (quien, como se sabe, fue hombre de Felipe Solá), el que no se cansó de brincar, hacer pogos, transpirar, jugar con los jóvenes como él, distinguiendo una generación de otra."

Pero al "joven" Lousteau no le falta mucho para llegar a los 40, una edad bastante habitual en los funcionarios. ¿Qué edad creen que tenían Cavallo o Sourrouille cuando llegaron a la cartera? Poquitos más que el cuarentón Lousteau que todavía vive en una niñez, en el sentido piagetiano de quien no construyó su propio nido. El sentido de la edad mínima del cargo público, ¿no es acaso la experiencia sufrida de ser responsable por otro? Llámenme facho, pero yo no daría a un/a soltera/o sin hijos un cargo más alto que el de subsecretario de estado. Salvo, obviamente, que hablemos de alguien que no pudo pero quiso, con eso no nos metemos.

Martín carga sobre sus espaldas con el prejuicio del mercado sobre la UdeSA y la imagen que proyecta no ayuda. Sus rulos que no quiso recortar, se le vuelven en contra si todos confirman la sospecha de que no puede. ¿"Haciendo pogos" y "transpirando" en el casamiento de Dolores O'Reilly? Hubiera preferido que lo encuentren in fraganti en Black con tres locas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Soy egresada de UdeSA. En primer lugar: no soy "nena rica" como dice tu amiguita. Es más, el 50% o más de mi promoción somos becados, hijos de empleados, jubilados y amas de casa. En segundo lugar, como en todas las universidades, hay de todo. Yo conozco gente de la UBA, la UCA, la UNLP, etc, que no saben ni donde están parados. Pienso que a la hora de hacer comentarios, hay que informarse un poco más. El comentario sobre Martín L. está de más, por qué no hablan de los funcionarios corruptos egresados de la UBA, la UNLP o UADE, UCA, etc?!!! Me parece poco serio juzgar una Institución por una sola persona, o no?
Gracias.